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El Miedo Más Profundo

Todo el mundo está de acuerdo en que el gobierno es una mierda. A cualquiera que le comentes que son mafias predispuestas a robarnos, están de acuerdo. En la tele, uno de estos contertulios(bonita palabra que Hermida enterró) afirmaba ofendido al respecto de un caso de corrupción, que lo verdaderamente deleznable es que esos no habían abierto ningún instituto o servicio ni nada, que se lo habían llevado crudo. Es decir, insinuaba que permite el robo siempre y cuando alguna migaja se repartiera. Por tanto, no sólo sabemos todos que el gobierno es una entidad criminal destinada a la extracción de riqueza de sus ciudadanos, es que muchos lo ven como necesario. Incluso si a mayor estado del bienestar hay mayor robo, lo permiten y entienden. Si pudieran, copiarían la actitud.


Porque el consenso actual admite que la naturaleza humana puede ser terrible. Por eso creen que debe limitarse el tamaño de las organizaciones: empresariales o sociales. Sin emabrgo, la solución que hemos elaborado, hasta hoy, es dar a un grupo de humanos desalmados todo el poder para decidir sobre nosotros. Es profundamente contradictorio no querer empresas que no fuerzan al consumo, pero permitir humanos que legislen con el apoyo de un monopolio de la violencia.


Porque hay un miedo terrible al vacío. Hablar de libertad de armas o anarquía abrirá como platos los ojos de aquellos interlocutores con los que os encontréis, pero de manera negativa. El salto a la falta de dirección asusta. En los reality de gestión se resalta muchas veces: los empleados no necesitan un amigo, necesitan un jefe.


El alma también. Queremos saber qué hace falta para ser aceptados socialmente, qué se considera bueno o malo. Necesitamos una respuesta a nuestra incertidumbre. No queremos perder un jefe para no tener ninguno.


El principal miedo es que podría venir otro que se estableciera como jefe. No quieres jefe, pero menos aún quieres cambiarlo. Políticamente: quieres un gobierno porque tienes miedo a que, si no lo hubiera, viniera alguien a formarlo. Y podría ser peor.


Para demostrar que no es peor, hay que crear competencia. No basta con quejarse de algo, debes demostrar que hay una manera mejor de hacer las cosas. Si no, sólo eres un charlatán, un contertulio, un vocero. Aquí llegamos al problema.


¿Cómo establecer una competencia al gobierno?¿Permite el gobierno la competencia pacífica? Estamos, claramente, secuestrados. Nadie puede comenzar a organizarse en torno a ideas o fueros mejores que la democracia, puesto que la competencia está prohibida. Casos como el de Liberland son excepcionales y no exentos de amenazas. Es casi imposible establecer competencia al gobierno.


Toda competencia será subversiva y transgresora. Pero no debe ser clandestina. Hoy, los notarios digitales, las criptomonedas y los metales preciosos nos permiten organizarnos. Sólo hace falta dar el paso.


Las formas de contraataque del Estado son infinitas. Pero no omnipotentes. Sólo hace falta ser suficientes. Y ya todos estamos hartos de los que nos gobiernan.


Hay que dar respuestas entre todos: seguridad, sistema judicial, descentralización y fin del funcionariado no son problemas simples. Os invito a participar del escrito, de las ideas panarquistas para elaborar una verdadera competencia al Estado. No estamos solos, hay muchos como nosotros. Hagamos más ruido. Unámonos.


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